Un
manual de mantenimiento debe ser: Claro, preciso y ordenado.
Se
requiere que el autor tenga cierto grado de conocimiento sobre el tema a
tratar, de modo que las indicaciones tengan una utilidad real. Si es preciso,
hay que informarse e investigar sobre el tema, ya sea para adquirir conceptos o
bien, aclarar los ya existentes.
El
manual debe estar escrito en el idioma del país, esto es en favor de la
claridad del documento. Debe emplear un lenguaje simple y sobrio, evitando
oraciones que por su elaboración pudiesen degenerar en confusiones. Hay que
incluir todas las ilustraciones, esquemas y dibujos que sean necesarios.
El
manual debe especificar sobre qué parte del equipo trata, cómo funciona o debe
funcionar, qué se debe hacer para su correcta función y/o instalación, cómo
debe operarse para sacar el máximo provecho, qué hacer y qué evitar, qué
medidas de seguridad tener en cuenta.
Para
tener un orden, un manual de seguridad debe decir: en qué consiste el equipo,
para qué sirve, cómo funciona, por qué funciona o deja de hacerlo y cómo darle
mantenimiento.
Observando
todos estos criterios es fácil crear un manual de mantenimiento correcto y
eficiente.
No
hay que olvidar colocar todas las advertencias y notas de seguridad que sean
importantes para el equipo tratado.
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